viernes, 30 de abril de 2010

CRUZ DE MAYO


Como cada año en Mayo, se celebra esta fiesta en distintas regiones andaluzas. Es típico hacer cruces, ir a visitarlas, beber y comer. Las cruces tienen un armazón de madera o corcho con un extremo en vertical y otro en horizontal donde sobre ellos se colocan distintas flores: claveles, rosas, margaritas... Alrededor de ésta, se sitúan elementos antiguos tradicionales como vajilla, platos de cobre, mantones de manila colgados en las paredes, muñecas vestidas con los trajes típicos, etc. También se suelen colocar pilistras y geranios, fuentes, …todo lo que se nos ocurra.En conclusión, este día se celebra para hacer un homenaje a la Cruz y recordamos la tradición de nuestra tierra.Debemos procurar mantenerlas para que no se pierdan nuestras tradiciones.

viernes, 23 de abril de 2010

EVANGELIO DEL DOMINGO

Evangelio del Domingo por Odres Nuevos
4º Domingo de Pascua (Ciclo C)Domingo, 25 de abril de 2.010

Lectura del santo evangelio según San Juan (10,27-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Palabra del Señor

jueves, 15 de abril de 2010

Ermita de Ntra. Sra. De la Oliva - Detalles


El Santuario de la Oliva se encuentra a cinco kilómetros del casco urbano de Vejer. Está construido sobre el solar de una basílica visigoda del siglo VII. En su interior encontramos un maravilloso retablo barroco de 1.773, el cual ha perdido gran parte de su decoración original. El Santuario alberga la imagen de la Virgen de la Oliva patrona de Vejer que fue esculpida por el sevillano Martín Alonso de Mesa en 1.596. La Virgen fue coronada canónicamente el 15 de Agosto de 1996.

viernes, 9 de abril de 2010

EVANGELIO DEL DOMINGO


2º Domingo de PascuaDomingo, 11 de abril de 2.010
Evangelio:

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor

sábado, 3 de abril de 2010


¡RESUCITÓ, RESUCITÓ, RESUCITÓ, ALELUYA...!



FELIZ
PASCUA
DE
RESURRECCIÓN

CRISTO


No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido; ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido; muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No tienes que me dar porque te quiera; pues aunque cuanto espero no esperara, lo mismo que te quiero, te quisiera.